
Sabemos que los problemas inflacionarios están directamente relacionados con un enorme déficit fiscal que tienen los distintos niveles de gobierno, lo cual lleva a un desahorro del sector público que debe financiarse con una alta tasa de interés de mercado. Por lo tanto, la reducción del déficit fiscal debería ser una política de Estado tras la cual todos los ciudadanos argentinos deberíamos impulsar, para así eliminar el impuesto inflacionario que no deja de elevar los índices de pobreza e indigencia.
Es importante siempre destacar que, al gobierno le falto realizar un verdadero diagnóstico de la economía que heredaba. El déficit fiscal era muy alto y sería difícil de reducir sin tener costo político alguno. En 19 meses de gobierno lleva acumulado un déficit primario más los intereses de la deuda un total de $ 890.000 millones de pesos. Una parte importante de dicho déficit fue financiado vía endeudamiento y emisión monetaria a través del Banco Central.
Esta no significa que el gobierno deba realizar un ajuste salvaje de la economía recortando gastos sociales en una coyuntura de alta tasa de pobreza. Sin embargo, debería haber advertido que la salida de la crisis sería muy compleja, difícil y que de ningún modo se podrían comprometer a un objetivo de tasa de inflación tan alejados de la realidad.
En diciembre de 2015 la base monetaria era de $ 523.890 millones y el stock de lebac era de $ 330.165 millones. Las lebac son letras que se utilizan para absorber los excedentesde pesos y por los que se ofrece una tasa de interés que es superior a la inflación vigente.
En julio de 2017 la base monetaria fue de $ 823.274 millones y el stock de lebac es de $ 888.283 millones. Esto implica que las sumas de ambas crecieron en $ 766.502 millones, una cifra similar al déficit acumulado en los últimos 19 meses.
Para bajar la inflación, es condición necesaria reducir la emisión excesiva de dinero, lo cual estuvo justificada a partir del enrome gasto público que no es financiable vía impuestos, y que se acumula a un stock de gasto social del gobierno anterior que no se puede modificar, y menos aún eliminar dadas las condiciones sociales actuales.
Con un alto déficit público, una gran expansión monetaria para financiarlo, y la absorción de pesos vía lebac, las consecuencias fueron una inflación del 36,6% anual el primer año, y una inflación proyectada en torno del 23% anual para el año 2017.
Para que la inflación baje de los niveles del 23% anual, el Banco Central debe “aspirar” pesos de la de la economía vía Lebacs utilizando tasas de interés más altas que la inflación esperada. Sin embargo, los ruidos políticos, la coyuntura económica que tarda en lograr recuperarse y el comportamiento de los especuladores, muchas veces nos lleva a que la tasa de interés continúe en el sendero de la suba y se posterguen los proyectos de inversión.
En la actual coyuntura el Banco Central convalido una tasa de interés del 26,5% anual para las colocaciones a plazos que van de 30 a 270 días. Esto implica que los que se colocan en pesos obtienen una tasa de interés que es 5% mayor a la tasa de inflación. Si compras un bono en pesos como el PR15 se obtiene una tasa de rendimiento del 29,8% anual en pesos libre de impuestos, y si compras un Bonar 2027 se obtiene una ganancia del 6,7% anual en dólares libre de impuestos. Sin embargo, estas medidas no contribuyen a reactivar la economía real.
El Banco Central debería abonar tasas más elevadas a más largo plazo, y más bajas para tramos más cortos, de modo tal de mostrar una pendiente positiva en la curva de rendimientos y así evita que se le acumulen vencimientos de corto plazo, como el que operara el martes próximo por un monto cercano a los $ 530.000 millones.
La gran expansión de dinero y una parte parte importante del dinero que circula en la economía absorbidos del mercado vía lebac, genera un exceso de liquidez, que sumada a la incertidumbre política lleva a la mayor demanda de compra de dólares. Así, el Banco Central tuvo que vender U$S 1.600 millones para contener al dólar alrededor de los $ 18,00 sin generar fuertes desequilibrios en los distintos mercados. Por ello, cuando aparecen los ruidos políticos, los inversores y particulares buscan refugiarse en el dólar como un acto reflejo frente a la posibilidad de una crisis, que de ningún modo no siempre resulta una medida acertada
En síntesis, el resultado fiscal es solo una parte de una discusión más amplia sobre las políticas públicas y el desarrollo económico. El gobierno debería revisar la política fiscal, y replantearse la política monetaria y cambiaria para lograr reactivar la economía. En estos temas, como en tantos otros, las soluciones de corto plazo pueden atentar contra la búsqueda de los objetivos a largo plazo.
Por Fernando Del Puerto
Fernando Del Puerto
Director, Puerto Económico
Fernando@fdelpuerto.com
Twitter: @fernadp
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